Kreuzigung {one-shot}

KREUZIGUNG

Cielo gris, mirando lánguido a quienes le miraban y bajo él, caminaba tranquila una mujer dichosa, sin bajas brutales y mucho menos desesperantes en su vida, un alma con el corazón completo, un corazón que no ha sido tocado por el dolor intenso. Sus pies avanzaban tranquilos por las calles, ansiosos, al igual que su mirada, su ser en dirección a la casa de su hijo mayor, un hombre recién salido de la universidad, preparado para lanzarse como un gran medico al mundo. La ocasión era especial y ameritaba una celebración, mientras recordaba algo melancólica, pero orgullosa, la infancia de su querido hijo, el que hasta no hace mucho era su querido bebé. El tiempo es raudo e inevitable, pensaba, queriendo por un instante que el muchacho siguiera siendo un niño al cual poder acunar cada noche en sus brazos. Iba a ser una celebración inolvidable para ambos. Sentía como la piel se le erizaba de la emoción de encontrarse cada vez más cerca del departamento de su hijo, solo deseaba abrazarlo y felicitarlo en aquel instante. Una mirada acre se fijo en su sonrisa, queriendo sacarla de sus labios solo con eso. Sus gestos, sus movimientos, la mirada expectante, la sonrisa feliz… a ratos le causaba risa, a ratos le repugnaba tanta alegría. La seguía, león sigiloso intentando capturar a su presa, con pasos tan tranquilos como los de ella.
Ella era su victima, el tipo de victima que siempre deseó y que en ese segundo anhelaba condenar, aquella victima que no quiere morir y que aunque pusiera el mundo de cabezas, no se escaparía de él. Aquella madre era la muñeca que faltaba en su colección de muñecos sin vida que resguardaba en algún rincón que nadie podría alcanzar a menos que le capturara.
No podía evitar los pasos rápidos por la emoción del encuentro y aquella emoción la entorpeció. Cruzaba veloz la calle sin mirar nada a su alrededor, pero un sonido estruendoso, una bocina odiosa, hizo que sus pies se congelaran donde pisaba. El sonido la hizo voltear donde provenía, sus ojos casi saliéndose de sus orbes al ver al arma sobre ruedas acercarse rápido hacia ella.
Todo a su alrededor se volvió blanco y negro. Extraño, sencillamente. ¿Estaba ciega? ¿Estaba sorda? ¿Estaba soñando? Sabía que iba a morir, que solo había parpadeado una vez y todo su entorno cambio. No hay colores, no hay sonidos, no hay letras, no hay vida, todo es confuso. ¿Era todo eso real? Tan real como para verlo, tan irreal como inerte. Las flores, ahora grises, se mecían tranquilas, pero no se escuchaba el susurrar del viento. ¿Dónde estaba? ¿Qué había sucedido, en ese entonces, si aún continuaba viva en ese mundo donde por ninguna calle se paseaba un alma solitaria ni resonaba el canto llamativo de un pájaro?
Y jamás olvidaría lo que sucedió luego. Su corazón latía con tanta fuerza que llegaría a creer que se le saldría del pecho, un dolor lastimándole aún más, un dolor hecho de miedo puro y al compás de sus latidos, los pasos fúnebres se oían más cerca cada segundo. El tiempo jamás le había parecido tan infinito como en aquél instante.
Escalofríos. Frío. Dolor. Miedo. El resto de su mente, en blanco. Solo necesitó mirar a sus ojos para soltar un jadeo seco que no se oía. Los ojos de aquel hombre eran hermosos, sí, pero eran turbulentos, llenos de odio, satisfacción, arrogancia, los labios curvados de forma traviesa, pícara, incluso algo desquiciada. El demonio disfrazado de mortal, pensó. ¿Qué querría de ella?

- Mucho gusto, señora. Honor que me haga compañía aquí, en mi soledad – su mano tomo la de ella con cuidado, besándole el dorso con elegancia. La voz áspera y severa retumbaba aún en los oídos de la mujer.
- Hombre, dígame usted, ¿por qué la gente muere? ¿Por qué tengo tanto miedo ahora mismo? – la voz sonaba algo quebrada, las palabras salían de sus labios decaídos y sus ojos expresaban agonía, lágrimas queriendo caer por ellos.
- Dama, piense un poco usted, por favor. ¿Qué sería de la vida sin la muerte? ¿Qué sería de los mortales sin los sentimientos y el miedo? – soltó su mano con cuidado y expandió los brazos, mirando al cielo como si lo alabara. – Si la muerte no llegara, habría caos. La vida sería eterna, los problemas serían mayores, la soledad, más larga, el mundo un sitio más aterrador, yendo todo eso en contra de los principios de la naturaleza. La vida, mi dama, es un servidor de la muerte, para que esta disfrute cada alma como el más exquisito manjar, transformando lo vivo a simples muñecos sin vida. Y el miedo, el temor, es la prueba de que esta es inevitable, que ni en el rincón más alejado del mundo, puedes huir de ella. – El hombre con el rostro inexpresivo, esperaba ver el rostro compungido de sobremanera, ese rostro deformado por el dolor que deseaba ver para saciar su estomago de aquel temor.
- Dime, señor, ¡dime! ¿Eres tú quien mata a la gente? – su voz se escuchó como una suplica desesperada, lágrimas frías rodando por su mejilla, su mirada llena de confusión.
- Discúlpeme, dama, si busca culpables, se equivoca al juzgarme. No soy yo, la vida escoge, la muerte cumple su palabra y yo, solo soy un intermediario entre estas dos. ¿No ha visto la hora?
- Comprendo… - murmuró asombrada, llevándose una mano a la boca del asombro. – El antagonista de la vida…
- Soy yo. – continuó él – ¿Mi nombre? Puede llamarme tiempo. Y el suyo se acabó.

Desesperanzado, el hombre impregnó sus labios en la mejilla de la mujer con un pequeño deje de cariño, al igual que desilusión. Ella no era a quien había estado esperando en ese lugar sin tiempo ni vida, dándole la espalda para seguir su camino. Le basto parpadear sólo una vez para observar al vehiculo a escasos centímetros de ella. Las manillas de su reloj se habían detenido para siempre.
La gente chillaba en el accidente, las bocinas quejándose retumbaban con fuerza y los curiosos intentaban ver la trágica escena, pero la mayoría solo podía divisar el líquido escarlata derramado en la calle. El hombre volteó ante la atroz escena que todos contemplaban horrorizados, estupefactos y con compasión. Con las manos en los bolsillos y la expresión arrogante, se retiró del lugar ignorando el choque, ignorando el sonido, ignorando todo. Un reloj se había detenido, pero no por aquello, los engranajes del tiempo debían pausarse para siempre. El mundo tenia que girar y la vida, entregarle la victima que deseaba, aquella que escogería para él.

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Esta es la segunda versión de este cuento. Tiene algunas modificaciones y mejorías, aunque no me satisface del todo como la primera version, la cual publicaré en un ratito más para que noten la diferencia de un año a otro C:

Espero les guste, saludos ^^

Vaya... bastante intenso.. aunque por el tamaño de la letra casi me dejas ciega @.@ xD pero bueno~

Wuu quiero leer la primera version *-*, por cierto... que significa Kreuzigung?

Wow...

En verdad te envidio O_o
No se de donde sacas historias asi...
En verdad, me encanto...
Hubo algun que otro detalle en la redaccion que quizas no me parecieron del todo correctos, pero la historia en general... sin palabras X3
" El antagonista de la vida…"...
Creo que sin dudas fue mi parte favorita ~~ <3

Tambien espero leer esa primera parte n3n
Excelente, como siempre ^^

Perdon por la letra ;__;Uu! Ya la arregle y la puse en negro para que sea más fácil leerlo ^^~ Kreuzigung significa crucifixión en alemán... por qué kreuzigung? no sé, simplemente no se me ocurria otro titulo y me gustaba como suena en aleman xDu

*-* gracias Kurumi! la verdad es que yo tampoco, supongo que tengo una cabeza retorcida y llena de ideas xD~ Me alegra te haya gustado ^^~ luego publicaré la primera version C: